EL ANTINOMIANISMO

INTRODUCCIÓN

En inglés hay un pequeño poema que se constituye en el canto temático del antinomianismo. Dice: "Libre de la ley, bendita condición; pecar puedo todo lo que quiero, igual tengo la remisión".
El antinomianismo significa literalmente "anti-legalismo". Niega y le otorga un papel inferior a la importancia de la ley de Dios en la vida del creyente. Es la contraparte de su herejía gemela, el legalismo.
Los anti-nomianos adquieren este fastidio por la ley de diversas maneras. Algunos creen que ya no están obligados a guardar la ley moral de Dios porque Jesús los ha librado de esta obligación.
Insisten en que la gracia no solamente nos libra de la maldición de la ley de Dios sino que nos libra de cualquier obligación a obedecer la ley de Dios. La gracia se convierte así en una licencia para desobedecer.
Lo sorprendente es que estas personas sostienen este punto de vista a pesar de la enseñanza vigorosa de Pablo contra ella.
Pablo, más que ningún otro escritor del Nuevo Testamento subrayó las diferencias entre la ley y la gracia. Se glorió en el Nuevo Pacto. Sin embargo, fue también el más explícito con respecto a su condena al antinomianismo. En Romanos 3:31 escribe: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley".
Martín Lutero, al expresar la doctrina de la justificación solo por la fe, fue acusado de antinomianismo. Sin embargo, afirmó Junto con Santiago que "la fe sin obras es muerta". Lutero discutió con su estudiante Juan Agrícola sobre este punto. Agrícola negaba que la ley tuviera algún propósito en la vida del creyente. Hasta negó que la ley sirviera para preparar al pecador para la gracia.
Lutero le respondió a Agrícola con su obra Contra el Antinomianismo en 1539. Agrícola luego se retractó de sus enseñanzas antinominianas, pero el debate continuó.
Subsiguientes teólogos luteranos confirmaron el punto de vista de Lutero sobre la ley. En la Fórmula de la Concordia (1577), la última de las afirmaciones de fe luterana clásicas, determinaron tres usos para la ley:
(1) El revelar el pecado;
(2) El establecer reglas de decencia general para la sociedad en su conjunto; y:
(3) El proveer una regla de vida para quienes han sido regenerados por la fe en Cristo.
El error principal del antinomianismo es el confundir la justificación con la santificación. Somos justificados solo por la fe, sin intervención de las obras. Sin embargo, todos los creyentes deben crecer en la fe guardando los santos mandamientos de Dios, no para ganar el favor de Dios, sino en gratitud por la gracia que les ha sido dada por la obra de Cristo.
Es un error grave el suponer que el Antiguo Testamento fue un pacto de la ley y que el Nuevo Testamento es un pacto de la gracia. El Antiguo Testamento es un testimonio monumental de la asombrosa gracia de Dios hacia su pueblo. Del mismo modo, el Nuevo Testamento está literalmente repleto de mandamientos.
No somos salvados por la ley, pero debemos mostrar nuestro amor a Cristo obedeciendo sus mandamientos. "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15) dijo Jesús.
Con frecuencia oímos esta afirmación: "El cristianismo no es un montón de reglas, hay que hacer esto, esto y aquello y no hay que hacer esto, esto y aquello". Hay algo de verdad en esta conclusión, ya que el cristianismo es mucho más que una mera recolección de reglas. Es una relación personal con Cristo mismo.
Sin embargo, el cristianismo también no es nada menos que reglas. El Nuevo Testamento incluye varias cosas que hay que hacer y otras que no hay que hacer. El cristianismo no es una religión que sanciona la idea que cualquiera tiene el derecho a hacer lo que le parezca bien. Por el contrario, el cristianismo nunca le da a nadie el "derecho" a hacer lo que está mal.
RESUMEN
1. El antinomianismo es la herejía que dice que los cristianos no tienen ninguna obligación de obedecer las leyes de Dios.
2. La ley nos revela el pecado, es un fundamento para la decencia en la sociedad, y es una guía para la vida cristiana.
3. El antinomianismo confunde la justificación con la santificación.
4. La ley y la gracia se encuentran tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
5. Aunque el obedecer la ley de Dios no es una causa meritoria para nuestra justificación, se espera que una persona justificada busque ardientemente obedecer los mandamientos de Dios.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Juan 14:15, Romanos 3:27-31, Romanos 6:1-2, 1 Juan 2:3-6, 1 Juan 5: 1-3.