INTRODUCCIÓN
Los
profetas del Antiguo Testamento fueron personas llamadas exclusivamente por
Dios y a quienes Dios les entregó en forma sobrenatural sus
mensajes para que nos los entregaran. Dios habló su palabra por medio de los
labios y los escritos de los profetas.
La
profecía implicaba tanto la predicción sobre el futuro (el predecir) como la exhortación y la
proclamación presente de la palabra de Dios (el proclamar). Los profetas fueron
dotados por el Espíritu Santo para que sus palabras fueran las palabras de
Dios.
Por
eso es que los mensajes proféticos solían estar precedidos por la expresión:
"Así dice el Señor".
Los
profetas fueron reformadores de la religión de Israel. Llamaron al pueblo a
volverse a la adoración pura y a
la obediencia a Dios. Aunque los profetas criticaron la manera como la
adoración judía muchas veces se había degenerado y se había convertido en un
simple ritual, no condenaron ni atacaron las formas originales de adoración que
Dios había encomendado a su pueblo. Los profetas no fueron revolucionarios ni
anarquistas religiosos. Su tarea consistía en purificar, no en destruir; en
reformar, no en sustituir la adoración de Israel.
Los
profetas también estaban profundamente preocupados por la justicia y la equidad
social. Eran la conciencia de Israel, llamando al pueblo al arrepentimiento.
También actuaron como los defensores del pacto de Dios. Ellos "entregaron
citaciones a comparecer" a la nación ante el juez divino por violar los
términos del pacto con Dios.
Los
profetas hablaron con una autoridad divina porque Dios los había llamado
específicamente para ser sus voceros. El profeta no era un cargo hereditario,
ni tampoco eran elegidos para ocupar dicha función. Las credenciales de los
profetas la constituían el llamado directo e inmediato de Dios unido al poder
del Espíritu Santo.
Los
falsos profetas fueron constantemente un problema en Israel. En lugar de
transmitir los oráculos de Dios, relataban sus propios sueños y opiniones diciéndoles a
las personas únicamente lo que ellas deseaban escuchar. Los verdaderos profetas
fueron muchas veces perseguidos y rechazados por sus contemporáneos por
rehusarse a comprometer la proclamación del consejo de Dios.
Los
libros de los profetas suelen dividirse en los libros de los "profetas
mayores" y los "profetas menores". Esta diferenciación solo se
refiere a la extensión de los escritos canónicos y no constituye ninguna
referencia a la mayor o menor importancia de los profetas. Isaías, Jeremías, Ezequiel
y Daniel son conocidos como los profetas mayores porque fueron los que más
escribieron; mientras que Amós, Oseas, Miqueas, Jonás, etc. son los profetas
menores porque sus libros son más pequeños.
Los
apóstoles del Nuevo Testamento también tuvieron muchas de las características
de los profetas del Antiguo Testamento.
Los
apóstoles junto con los profetas son llamados el fundamento de la iglesia.
RESUMEN
1.
Los profetas del Antiguo Testamento fueron agentes de la revelación divina.
2.
La profecía implicaba la predicción sobre el futuro y la proclamación.
3.
Los profetas fueron reformadores de la adoración y la vida israelita.
4.
Solo quienes habían sido llamados directamente por Dios tenían la autoridad
para ser sus profetas.
5.
Los falsos profetas expresaban sus propias opiniones y le manifestaban a la
gente solo lo que esta deseaba escuchar.
6.
La división en profetas mayores y menores es una diferencia establecida en base
a la extensión de sus escritos y no en base a su importancia.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Deuteronomio
18:15-22, Isaías 6, Joe12:28-32, Mateo 7:15-20, Efesios 4:11-16